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La enigmática Granja de Ulló

La Enigmática Granja De Ulló

La vieja Granja de Ulló se encuentran en el Concello de Vilaboa, en la parte interior y norte de la Ría de Vigo. Se esconde entre un frondoso bosque a escasos 150 m de las Salinas de Ulló cuyo acceso pasa por recorrer el sendero que transcurre entre estas y las Marismas para luego tomar un camino entre la densa vegetación aunque bien señalizado.

Se trata de una zona de  enorme valor natural a la que además de arenales y marismas, impresiona el frondoso bosque de ribera que absorbe todo el conjunto arquitectónico que forma la Granja de Ulló o Granja de las Salinas. En conjunto todo el enclave cuenta con la declaración de Zona de Especial Protección de los Valores Naturales junto a la Ensenada de San Simón, zona ZEPA Red Natura 2000.

Las dependencias de la vieja Granja de Ulló se encuentran en estado ruinoso, absorbidas por la naturaleza que no escatima en esfuerzos para dar vida a unas casonas, hoy en decadencia, pero que otrora habían sido testigos de una ferviente actividad comercial. Desde tiempo antiguos, la sal era un bien necesario para la conservación de alimentos por lo que su comercio fue regulado desde la Época Medieval. Por este motivo, surge a comienzos del siglo XVII la iniciativa de recuperar una de las salinas más antiguas de las Rías Baixas, las Salinas de Ulló a cargo de Antonio Mosquera Villar y Pimentel y su esposa Antonia Pimentel de Soutomaior. Hacia el año 1.693 los descendiente de esta familia cedieron las salinas y sus terrenos aledaños a la Compañía de Jesús, recién instalados en Pontevedra. Los Jesuítas serán los encargados, no sin pocos problemas con los vecinos de la zona, de desarrollar y comercializar la sal extraída en el lugar, cuando menos, hasta que las salinas cesaron su actividad a mediados del siglo XVIII, con la expulsión de los jesuítas por el Rey Carlos III en 1767.

A comienzos del siglo XIX Juan José de Arana, natural de Zaragoza, se hace con la mayoría de los terrenos de las antiguas salinas, con la pretensión de levantar una importante explotación agraria. Su hijo José Nazario de Arana  será quién, aprovechando el alfolí y taller de elaboración de la sal que tenían los jesuitas muy próximos a la Salina, construya dos grandes casonas en forma de «L» con un buen «airado» cerrado por dos sólidos muros de sillares de granito. Las casas, de buenas proporciones y también de granito, impresionan por su riqueza estructural así como por sus señoriales «lareiras» con sus chemineas, las escalinatas, los hornos, los lavaderos y las letrinas. Entre tanta ruina sorprende el buen estado de conservación que presentan. Las casas han estado habitadas hasta la primera mitad del siglo XX por los apoderados o caseros de la Granja de Ulló. Desde entonces, el protagonismo del lugar lo ha tomado la belleza de la propia naturaleza que lo envuelve.

Sin duda, nuestros guías turísticos recomiendan esta sorprendente visita al considerarla una joya ruinosa de la arquitectura palaciega rural del siglo XIX. Casonas envueltas en una misteriosa áurea de enigma y encanto que pueden ser visitadas o bien directamente desde las Salinas de Ulló o bien realizando la ruta de senderismo «PR-G 104 Sendero da Croa».

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