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Estuario del Río Miño: Patrimonio Natural

Estuario Del Río Miño: Patrimonio Natural

La riqueza final del Miño, su Estuario.

El padre fluvial de Galicia es el Río Miño. Sus aguas realizan un viaje de unos 340 km desde la Serra de Meira, recorriendo parte de la provincia de Lugo, Ourense hasta que sus aguas acaban por ser la frontera natural entre Galicia y Portugal. Y es en este tramo final donde los guías turísticos de Guíate Galicia llevan a cabo visitas para todo aquel o aquellos que sean amantes de paisajes dotados de un altísimo valor medio ambiental. Una prueba de excepción del citado patrimonio natural es el Estuario del Miño, su desembocadura, que hace de A Guarda un punto de referencia a nivel nacional para todos aquellos amantes de la ornitología, los senderos y la arquitectura militar del siglo XVII.

Es uno de los humedales más importantes de Galicia. Durante los meses de otoño-invierno podemos observar centenares de especies de aves como cercetas, correlimos, garzas, gaviotas y aguiluchos. El Parque tiene dos observatorios para aves y una estación ornitológica. Durante los meses de primavera-verano la vegetación alcanza sus cotas más altas, con especies autóctonas de la comarca del Baixo Miño. La zona del estuario del Miño aparece llena de islas fluviales, zonas intermareales, bancos de arena y marismas saladas de enorme valor ecológico.

En total, el estuario del río Miño se extiende a lo largo de 14 kilómetros, para alcanzar los dos mil metros de ancho en su desembocadura, en A Guarda. Su margen final está ocupada por un larguísimo arenal en el que se han formado tres playas fluviales de fina arena, cuyas aguas cambian de grado de salinidad a medida que lo hacen las mareas. Así, cuando está en baja el agua se presenta dulce y casi templada, mientras que en pleamar, cuando el Atlántico penetra con fuerza en la desembocadura, la temperatura del agua desciende y sube su salinidad.

Todo el estuario posee una excepcional riqueza ornitológica. Cormoranes, garzas reales o gacelas conviven aquí con correlimos, porrones moñudos, ánades reales, avefrías, martines pescadores y un largo etcétera. También las riberas del Miño y sus aguas son refugio de varias especies tanto vegetales como piscícolas, lampreas o anguilas nadan a la sombra de un espeso bosque de ribera y vegetación palustre.

Pero si existe un mirador excepcional por estos parajes, ése es el Monte de Santa Tecla, en A Guarda. Altivo y con el peso de miles de años de historia bajo su cima habitada desde el Paleolítico, Santa Tecla es un punto de obligada visita para todo el que se acerque hasta el estuario del Miño. Aquí es donde el río abandona definitivamente sus verdes riberas y se une al Atlántico, y desde aquí, en días claros, el horizonte oceánico se pierde en el infinito. El Pico de San Francisco y O Facho son los nombres de los dos miradores naturales del Monte de Santa Tecla.

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